viernes, 15 de marzo de 2019

AMAR: PLEGARIA DEL ADOLESCENTE

Yo quisiera amar, Señor;
tengo necesidad de amar.
Todo mi ser no es más que deseo;
mi corazón,
mi cuerpo,
se inclina en la noche hacia
algo desconocido a quien amar.
Mi brazos baten al aire y yo no puedo asirme de un objeto de mi amor.
Soy solo y quisiera ser dos.
Hablo y nadie está ahí para escucharme.
Vivo y nadie esta ahí para recoger mi vida.
¿Por qué ser rico y no tener a nadie a quien enriquecer?
¿De dónde viene este amor?
¿A dónde va?
Quisiera amar, Señor;
tengo necesidad de amar.
He aqui esta noche, Señor, todo mi amor baldío.


Escucha, hijo mío,
párate y has en silencio un largo peregrinaje hasta el fondo de tu corazón.
Camina a lo largo de tu amor tan nuevo, de la misma manera
que se remonta el río para encontrar la fuente,
y en el comienzo de todo, en el fondo de todo, en el infinito 
misterio de tu alma atormentada, es a Mí a quien encontrarás,
ya que yo me llamo Amor, hijo mío,
y desde siempre que no he sido sino amor,
y el amor está en ti.

Soy Yo quien te ha hecho para amar,
para amar eternamente;
y tu amor pasará por quien será otro tú mismo.
Es la que tú buscas;
Estáte tranquilo, que ella esta en tu camino,
en camino desde siempre,
en el camino de Mi amor.
Hay que esperar su paso,
ella se acerca,
tú te acercas,
se reconocerán,
ya que Yo he hecho su cuerpo para ti. Yo he hecho el tuyo para ella.
Yo he hecho tu corazón para ella. Yo he hecho el suyo para ti,
y ustedes se buscan en la noche,
en Mí noche, que se convertirá en luz si me tienen confianza.

Guárdate para ella, hijo mío, 
como ella se guarda para ti.
Yo les guardaré el uno para el otro,
ya que tú tienes hambre de amor, Yo te ofrezco a 
tus hermanos para que los ames.
Créeme, el amor el un largo aprendizaje,
y no hay varias clases de amor:
amar es siempre dejarse llevar para ir a los demás


Tomado del libro:Amor, el Diario de Daniel del autor Michel Quoist (1975)
 


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