jueves, 18 de abril de 2019

HABÍA UNA VEZ...PERO YA NO...


Definitivamente resulta difícil de explicar con palabras la gama de emociones y pensamientos que se experimenta cuando es tiempo de decir adiós a alguien a quien se ama de verdad. La separación es el primer paso y seguramente el más complejo de aceptar pues es necesario hacerle entender al corazón que todo terminó, que los planes y sueños en conjunto simplemente no llegarán a realizarse, que en adelante no volverán a compartir vivencias juntos y que el inexorable paso del tiempo así como la distancia lo dejará  todo finalmente en el olvido. Tal idea es fácilmente asimilable por la mente, por nuestra parte lógica, sin embargo, el corazón es quien hasta el último momento siempre guarda una ligera esperanza de reconciliación, una llama apasionada que se niega a extinguirse por completo.

Este sentimiento de dolor que causa la separación no se asemeja a ningún dolor corporal conocido considerando que no existe medicina que lo detenga, que lo cure, que lo alivie...que lo sane. Esa sensación de enorme vacío y soledad no tiene comparación y parecería como sino tuviera fin. Quizás los instantes de soledad durante las noches es donde se libran las batallas mentales más violentas porque los recuerdos lo invaden absolutamente todo, cada parte del ser. Y generalmente surgen preguntas tales como ¿por qué a nosotros? ¿qué hicimos mal? ¿y ahora qué sigue? ¿podremos salir de todo esto? ¿finalmente nos olvidaremos uno del otro y del sentimiento que nos mantenía juntos? ¿qué ocurrirrá sí luego de unos años nos volvemos a encontrar, acaso seremos los mismos? ¿es este el final de todo y no hay marcha atrás?.

Con el transcurrir de los días finalmente las nubes de tormenta que nos asechaban en nuestro largo andar van desapareciendo poco a poco, y por instantes incluso es posible mirar el cielo azul e inmenso, por momentos el corazón comienza a latir normalmente y aquel sentimiento de vacío va disminuyendo en cuanto a su intensidad. Se trata de un proceso difícil y complicado sin duda alguna, pero que tarde o temprano concluye dejando solamente algunas cicatrices en el alma.

No hay duda que al final de cuentas no se logra olvidar a aquella persona que llegó a ocupar un sitio importante en nuestra vida. Lo que sí llega cambiar en definitiva es el sentimiento que nació entre ambos y que se vuelve evidente en el hecho de que al traerla a la mente ya no se produce la misma emoción de antes o ya no causa dolor alguno tal como la última vez...o quizás se experimenta ambas sensaciones al mismo tiempo.

Los gratos recuerdos permanecen en la memoria pues ¿por qué deberíamos olvidarlos sí lograron llenarnos el alma? . Y sí al verla por casualidad en un día cualquiera el corazón late un poco más de prisa de lo normal sabremos sin temor a equivocarnos que ese sentimiento vivido en el pasado fue definitivamente amor del bueno y que quizás aún permanece arraigado en algún  espacio recóndito de nuestro ser.

Hasta siempre...








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